BORN TO BE WINE

La Patrona es más que un nombre; es un legado, una historia de pasión, esfuerzo y amor por la tierra que me vio nacer: Calabria.

Desde niña, el aroma del mosto fermentando en las barricas se convirtió en un recuerdo imborrable, un lazo invisible que me une a mi abuelo y a su pequeño refugio subterráneo, donde el vino cobraba vida. Cada tarde lo acompañaba a su cueva, maravillada por la dedicación con la que probaba y perfeccionaba su vino.

Observaba cada movimiento, cada gesto lleno de respeto por la tradición. En aquellos momentos, sin saberlo, mi destino ya estaba trazado: llevar esa herencia al mundo y rendir homenaje a mi familia, a Calabria y a la lucha diaria de una mujer incansable.

Pero más allá de mi pasión por el vino, hay un amor aún más grande que da sentido a mi vida: mi hijo y mi familia. Ser madre me ha enseñado la verdadera fortaleza, el sacrificio y la importancia de dejar un legado. Ellos son mi mayor inspiración, la razón por la que cada día me esfuerzo para demostrarles que los sueños pueden alcanzarse con trabajo y dedicación. La Patrona es también para ellos, para que comprendan la riqueza de sus raíces y el valor de la unión familiar.

La Patrona no es solo un vino; es el reflejo de mis orígenes, de la tierra que me enseñó el valor del trabajo. Es el calor del hogar, de las reuniones en familia, del sol que besa los viñedos y de la brisa marina que impregna cada uva. Cada botella lleva el alma de Calabria, su luz, sus vientos marinos, sus montañas y su historia. Es un tributo a la mujer que lucha cada día, que sueña y que nunca se rinde.

Así nació La Patrona, el sueño convertido en vino, el homenaje a mis antepasados, a mi hijo, a mi familia y a mi propio camino.

Un vino que no solo se degusta, sino que se siente, que transporta a esa cueva escondida donde todo comenzó, donde aprendí que la pasión y la perseverancia pueden transformar cualquier sueño en realidad.

“La Patrona llegó… Para quedarse.”

Con mucho amor y cariño,

Dominga.